Nos llena de orgullo y satisfacción anunciar la apertura oficial de nuestro programa de voluntariado en la Unidad de Atención al Duelo. Con este nuevo paso, reafirmamos nuestro compromiso de ofrecer apoyo emocional y acompañamiento a quienes atraviesan momentos difíciles.

En esta ocasión tan especial, damos la bienvenida a nuestros primeros tres voluntarios: Camila Abigail Rodríguez Aguirre, Irina Geraldine Ronquillo Marisca, y José Ricardo Guamán Jumbo. Estos talentosos jóvenes, provenientes de la Universidad Nacional de Loja (UNL) y de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), han decidido unirse a nuestra misión, aportando su tiempo y dedicación para marcar la diferencia en la vida de aquellos que más lo necesitan.

El voluntariado en nuestra Unidad de Atención al Duelo es mucho más que una simple acción altruista; es un verdadero compromiso con la humanidad. Este rol exige una profunda empatía, la capacidad de escuchar sin juzgar y la disposición para brindar un hombro en el que otros puedan apoyarse. Es un trabajo que trasciende el presente, dejando un impacto duradero en las vidas que tocan, sembrando esperanza y compasión en cada encuentro.

Nuestros nuevos voluntarios se embarcan en un camino que no solo les permitirá crecer como individuos, sino también aportar un valor incalculable a las familias que acompañamos. Su presencia será una fuente de consuelo y comprensión en un espacio donde las palabras muchas veces son insuficientes. En su labor diaria, estarán creando un legado de solidaridad y humanidad que resonará mucho más allá del momento presente.

Agradecemos profundamente a Camila, Irina y José Ricardo por su generosidad y por elegir caminar junto a nosotros en este noble camino de servicio y solidaridad. Su decisión de unirse a la Unidad de Atención al Duelo es un reflejo de su compromiso con los valores más altos de la empatía y el apoyo mutuo. Estamos seguros de que su contribución será invaluable y estamos emocionados de ver cómo sus esfuerzos enriquecerán nuestras actividades y, sobre todo, a las personas que nos confían su dolor en busca de consuelo.

¡Bienvenidos a esta noble misión! Juntos, continuaremos construyendo un espacio donde el dolor sea compartido y la esperanza renazca, un acto de amor y compasión que dejará una huella imborrable en todos aquellos que cruzan nuestras puertas.